No recuerdo cuando escribí esto ni en quien o qué pensaba, pero no debía estar de muy buen humor.
Con el arte de la sonrisa vacía,
de la expresión esperada,
del piropo regalado,
desde el secano de mis sentimientos.
Con el piloto automático
en el motor de mi vida,
mirando sin ver,
oyendo sin escuchar,
pareciendo ser yo.
¡Habla, cuenta,
ríe, imbécil!
Alimentado del dulce vinagre
de mis vergüenzas,
con el ronroneo de la tristeza
revolviendo mis entrañas,
con la desesperación de lo imposible.
Irritable, desganado,
despreciable, mentiroso,
sintiendo en cada poro lo que soy
y nadie sabe.
Como la carroña del poeta,
como una mierda,
como una puta mierda...
Llévame, Viejo Árbol,
con el dolor de un solo instante,
con el ensalmo de lo inesperado,
con el amor de la libertad
que solo tú me ofreces.
a mí, sí
Este blog nace para dar cabida a mis intereses, mis aficiones, mis ideas, mis pensamientos, lo que me apetezca escribir, lo que me apetezca opinar en un momento determinado. Política, cine, literatura, deporte,...
Si a alguien desea participar con sus comentarios, será un placer, para mí, leerlos. Una única norma, la misma que me aplico a mí mismo. Cualquier opinión será bienvenida. Lo mismo una que su contraria...
Pero no me permitiré ni permitiré la mala eduación, lo soez, lo chabacano, lo faltón, lo vulgar...
Todo eso, en "aunque a nadie le interese", está proscrito.
Bienvenidos.
Si a alguien desea participar con sus comentarios, será un placer, para mí, leerlos. Una única norma, la misma que me aplico a mí mismo. Cualquier opinión será bienvenida. Lo mismo una que su contraria...
Pero no me permitiré ni permitiré la mala eduación, lo soez, lo chabacano, lo faltón, lo vulgar...
Todo eso, en "aunque a nadie le interese", está proscrito.
Bienvenidos.
Mostrando entradas con la etiqueta POESÍA. Mostrar todas las entradas
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domingo, 21 de octubre de 2012
miércoles, 17 de octubre de 2012
VUELA
Sobre montes de zarzas y lechos incendiados,
sobre el sendero oculto del amante perdido,
sobre la húmeda gruta del amor olvidado,
vuela.
Sobre arenas ardientes que esconden reptiles,
sobre rostros dementes de labios cuarteados,
sobre cielos desnudos de fuego inclemente,
vuela.
Sobre mares salvajes de monstruos dentados,
sobre la fría angustia del corazón hundido,
sobre la negra asfixia del pulmón anegado,
vuela.
Sobre tu aroma de frutas en las paredes preso,
sobre tu recuerdo presente en el cajón vacío,
sobre tu espacio en la cama con llanto cubierto,
vuela.
La esperanza.
sobre el sendero oculto del amante perdido,
sobre la húmeda gruta del amor olvidado,
vuela.
Sobre arenas ardientes que esconden reptiles,
sobre rostros dementes de labios cuarteados,
sobre cielos desnudos de fuego inclemente,
vuela.
Sobre mares salvajes de monstruos dentados,
sobre la fría angustia del corazón hundido,
sobre la negra asfixia del pulmón anegado,
vuela.
Sobre tu aroma de frutas en las paredes preso,
sobre tu recuerdo presente en el cajón vacío,
sobre tu espacio en la cama con llanto cubierto,
vuela.
La esperanza.
viernes, 12 de octubre de 2012
VÍ...
Ví mi cabeza colgada de su cuello
con un collar de oro.
Ví mis ojos engarzados en sus dedos
como anillos negros y muertos.
Ví mi cabello opaco, grasiento,
rozar su muslo desnudo
cayendo de la cintura.
Ví entre sus blancos dientes de sangre
mi brazo desmembrado.
Mi muerte se reflejaba en sus pupilas glaciales
y por sus dedos
corrían rojas lágrimas de mis ojos.
Mi dolor alimentaba su insano placer
y mi sangre saciaba su sed
de mí.
Ví,
extendí mi mano
y la acaricié.
con un collar de oro.
Ví mis ojos engarzados en sus dedos
como anillos negros y muertos.
Ví mi cabello opaco, grasiento,
rozar su muslo desnudo
cayendo de la cintura.
Ví entre sus blancos dientes de sangre
mi brazo desmembrado.
Mi muerte se reflejaba en sus pupilas glaciales
y por sus dedos
corrían rojas lágrimas de mis ojos.
Mi dolor alimentaba su insano placer
y mi sangre saciaba su sed
de mí.
Ví,
extendí mi mano
y la acaricié.
miércoles, 10 de octubre de 2012
PIZARNIK
La poesía siempre nace desde lo más profundo de uno mismo. Se nutre de los propios sentimientos, se viste con el ropaje que cada cual pueda procurarle y se dispara hacia el exterior como un grito desgarrado o como una lágrima secreta, como un coro de faunos caprichosos o como el tarareo borracho de un mendigo.
La poesía, al fin, es una especie de eterno autorretrato de tus anhelos y despechos, de tus amores y tus fobias, de tus esperanzas y tus fatalismos.
Alejandra Pizarnik nació con la fecha de caducidad marcada a fuego en lo más profundo. Toda su vida llevó la misma dirección. 36 años de recorrido hasta la huida final. Desde la infelicidad de la infancia, hasta la depresión crónica que logró sanar para siempre al tercer intento.
Pero Alejandra Pizarnik no fue una niña infeliz, no fue una joven depresiva, no fue una suicida. Alejandra Pizarnik fue poesía. Y lo será para siempre.
De "Árbol de Diana" (1962)
He dado el salto de mi alba,
he dejado mi cuerpo junto a la luz
y he cantado la tristeza de lo que naca
***
Solo la sed
el silencio
ningún encuentro
cuidate de mí, amor mío,
cuídate de la silenciosa en el desierto,
de la viajera con el vaso vacio
y de la sombra de su sombra.
***
Ella desnuda en el paraíso
de su memoria,
ella desconoce el feroz destino,
ella tiene miedo de no saber nombrar
lo que no existe.
***
No más las dulces metamorfosis de una niña de seda
sonámbula ahora en la cornisa de niebla
su despertar de mano respirando
de flor que se abre al viento.
***
El poema que no digo,
el que no merezco,
miedo de ser dos
camino del espejo
alguien en mí dormido
me come y me bebe.
***
Alguna vez,
alguna vez tal vez,
me iré sin quedarme,
me iré como quien se va.
La poesía, al fin, es una especie de eterno autorretrato de tus anhelos y despechos, de tus amores y tus fobias, de tus esperanzas y tus fatalismos.
Alejandra Pizarnik nació con la fecha de caducidad marcada a fuego en lo más profundo. Toda su vida llevó la misma dirección. 36 años de recorrido hasta la huida final. Desde la infelicidad de la infancia, hasta la depresión crónica que logró sanar para siempre al tercer intento.
Pero Alejandra Pizarnik no fue una niña infeliz, no fue una joven depresiva, no fue una suicida. Alejandra Pizarnik fue poesía. Y lo será para siempre.
De "Árbol de Diana" (1962)
He dado el salto de mi alba,
he dejado mi cuerpo junto a la luz
y he cantado la tristeza de lo que naca
***
Solo la sed
el silencio
ningún encuentro
cuidate de mí, amor mío,
cuídate de la silenciosa en el desierto,
de la viajera con el vaso vacio
y de la sombra de su sombra.
***
Ella desnuda en el paraíso
de su memoria,
ella desconoce el feroz destino,
ella tiene miedo de no saber nombrar
lo que no existe.
***
No más las dulces metamorfosis de una niña de seda
sonámbula ahora en la cornisa de niebla
su despertar de mano respirando
de flor que se abre al viento.
***
El poema que no digo,
el que no merezco,
miedo de ser dos
camino del espejo
alguien en mí dormido
me come y me bebe.
***
Alguna vez,
alguna vez tal vez,
me iré sin quedarme,
me iré como quien se va.
domingo, 30 de septiembre de 2012
LA CARROÑA
En los paseos que damos con la perra por los diferentes rincones que nos ofrecen nuestras queridades Merindades es bastante habitual el encontrar restos de animales, patas desmembradas, huesos ya limpios...
Ayer, paseando por las campas que se extienden en el alto del Cabrio, frente a Bercedo de Montija, vimos un buen número de buitres sobrevolando la zona. Impresionan cuando les ves acercarse, expectantes. Te dan ganas de gritar "¡Estoy vivo!", por si acaso.
Entre unos matojos, nos hemos topado con el, es de suponer, objeto del interés de estas rapaces. Se trataba de un pobre corzo muerto. Se había refugiado allí para pasar sus últimos momentos. Ya le tenían localizado, pués los cuartos traseros ya habían servido de alimento a los carroñeros. Curiosamente, los delanteros y la cabeza estaban aún intactos.
Por esas típicas relaciones mentales, no he podido evitar recordar uno de mis poemas favoritos y he decidido compartirlo en este blog.
De la pluma de Baudelaire, "La carrroña":
Recuerda lo que vimos, alma mía,
esa mañana de verano tan dulce:
a la vuelta de un sendero una carroña infame
en un lecho sembrado de guijarros,
con las piernas al aire, como una mujer lúbrica,
ardiente y sudando los venenos
abría de un modo negligente y cínico
su vientre lleno de exhalaciones.
El sol brillaba sobre esta podredumbre,
como para cocerla en su punto,
y devolver ciento por uno a la gran Naturaleza
todo lo que en su momento había unido;
y el cielo miraba el espléndido esqueleto
como flor que se abre.
Tan fuerte era el hedor que tú, en la hierba
creíste desmayarte.
Zumbaban las moscas sobre este vientre pútrido
del cual salían negros batallones
de larvas que manaban como un líquido espeso
por aquellos vivientes andrajos.
Todo aquello descendía y subía como una ola,
o se lanzaba chispeante
se hubiera dicho que el cuerpo, hinchado por un aliento vago,
vivía y se multiplicaba.
Y este mundo producía una música extraña
como el agua que corre y el viento
o el grano que un ahechador con movimiento rítmico
agita y voltea con su criba.
Las formas se borraban y no eran más que un sueño,
un esbozo tardo en aparecer
en la tela olvidada, y que el artista acaba
sólo de memoria.
Detrás de las rocas una perra inquieta
nos miraba con ojos enfadados,
espiando el momento de recuperar en el esqueleto
el trozo que había soltado.
Y, sin embargo, tú serás igual que esta basura,
que esta horrible infección,
¡estrella de mis ojos, sol de mi naturaleza,
tú, mi ángel y mi pasión!
¡Sí! tal tú serás, oh reina de las gracias,
después de los últimos sacramentos,
cuando vayas, bajo la hierba y las fértiles florescencias,
a enmohecer entre las osamentas.
Entonces, oh belleza mía, di a los gusanos
que te comerán a besos,
¡que he guardado la forma y la esencia divina
De mis amores descompuestos!
Ayer, paseando por las campas que se extienden en el alto del Cabrio, frente a Bercedo de Montija, vimos un buen número de buitres sobrevolando la zona. Impresionan cuando les ves acercarse, expectantes. Te dan ganas de gritar "¡Estoy vivo!", por si acaso.
Entre unos matojos, nos hemos topado con el, es de suponer, objeto del interés de estas rapaces. Se trataba de un pobre corzo muerto. Se había refugiado allí para pasar sus últimos momentos. Ya le tenían localizado, pués los cuartos traseros ya habían servido de alimento a los carroñeros. Curiosamente, los delanteros y la cabeza estaban aún intactos.
Por esas típicas relaciones mentales, no he podido evitar recordar uno de mis poemas favoritos y he decidido compartirlo en este blog.
De la pluma de Baudelaire, "La carrroña":
Recuerda lo que vimos, alma mía,
esa mañana de verano tan dulce:
a la vuelta de un sendero una carroña infame
en un lecho sembrado de guijarros,
con las piernas al aire, como una mujer lúbrica,
ardiente y sudando los venenos
abría de un modo negligente y cínico
su vientre lleno de exhalaciones.
El sol brillaba sobre esta podredumbre,
como para cocerla en su punto,
y devolver ciento por uno a la gran Naturaleza
todo lo que en su momento había unido;
y el cielo miraba el espléndido esqueleto
como flor que se abre.
Tan fuerte era el hedor que tú, en la hierba
creíste desmayarte.
Zumbaban las moscas sobre este vientre pútrido
del cual salían negros batallones
de larvas que manaban como un líquido espeso
por aquellos vivientes andrajos.
Todo aquello descendía y subía como una ola,
o se lanzaba chispeante
se hubiera dicho que el cuerpo, hinchado por un aliento vago,
vivía y se multiplicaba.
Y este mundo producía una música extraña
como el agua que corre y el viento
o el grano que un ahechador con movimiento rítmico
agita y voltea con su criba.
Las formas se borraban y no eran más que un sueño,
un esbozo tardo en aparecer
en la tela olvidada, y que el artista acaba
sólo de memoria.
Detrás de las rocas una perra inquieta
nos miraba con ojos enfadados,
espiando el momento de recuperar en el esqueleto
el trozo que había soltado.
Y, sin embargo, tú serás igual que esta basura,
que esta horrible infección,
¡estrella de mis ojos, sol de mi naturaleza,
tú, mi ángel y mi pasión!
¡Sí! tal tú serás, oh reina de las gracias,
después de los últimos sacramentos,
cuando vayas, bajo la hierba y las fértiles florescencias,
a enmohecer entre las osamentas.
Entonces, oh belleza mía, di a los gusanos
que te comerán a besos,
¡que he guardado la forma y la esencia divina
De mis amores descompuestos!
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